Fruticultura: cuál es el camino para lograr una producción rentable
Alain Boulet, director del programa Innova Fruit, que desarrolla la Asociación para la Innovación Agrícola, analiza de qué manera esta actividad puede ganar en precocidad y productividad, y reducir los costos.
El cultivo de frutales, cuando se escucha a ciertos productores, parece una actividad destinada a seguir su camino de disminución productiva. Muchos reiteran que se han erradicado muchas hectáreas de monte frutal y que Mendoza ha perdido la capacidad de abastecer al mercado local y de exportar que tenía en el pasado, como si fuera un destino irremediable.
Sin embargo, la Asociación para la Innovación Agrícola, a través de Innova Fruit, ha logrado potenciar el desarrollo de las producciones de frutales de carozo, a partir de un paquete tecnológico especialmente diseñado para la industria. Alain Boulet, director del programa, resalta que se han obtenido grandes resultados en alta densidad, precocidad y productividad de frutos.
Boulet explica que, en la última década, se han producido grandes cambios en la fruticultura de Mendoza y que la aplicación de nuevas tecnologías de cultivo y variedades, como también de la mecanización, modificaron la manera de cultivar frutales. Con estos ajustes se logró aumentar la productividad y la precocidad de los cultivos, lo que dio como resultado una muy fuerte baja de costos de producción unitarios, aumentos de la rentabilidad y sustentabilidad de las explotaciones frutícolas.
Para dar ejemplos de esto, detalló que, en durazneros, los nuevos sistemas de cultivo, con cambios que se implementan desde la pre-plantación hasta la cosecha, sumado a nueva genética varietal, llevaron a duplicar los rendimientos por hectárea, reduciendo un 50% los costos de mano de obra. Esto aumentó la rentabilidad en un 200% para el productor.
En almendros y ciruelos industria, en tanto, los sistemas súper intensivos, con mecanización total -lo que permite que una persona puede manejar 100 hectáreas-, aumentaron la precocidad y la productividad, y eliminaron el problema creciente de la necesidad de mano de obra.
Para incrementar el rendimiento, es decir, la cantidad de kilos que se obtiene por hectárea cultivada, el director de Innova Fruit expresó que la clave es lograr un cultivo que crezca mucho en el año 1. A partir de ese gran crecimiento, se obtienen las producciones en el año 2 y año 3, aumentando fuertemente la precocidad, con el consiguiente pronto repago de la inversión.
Para esto se trabaja en preparación de suelo, vivero de plantas, plantación, riego y nutrición, que son las bases del sistema y subrayó que la innovación jugó un papel fundamental en este sentido.
Rentabilidad
Boulet plantea que, como el productor no puede manejar el precio, para que la actividad sea más rentable, tiene que enfocarse en los costos. Si reduce el costo unitario, aumenta el margen bruto y, por consiguiente, la rentabilidad. Y precisa que la mejor manera de lograr esa reducción es subir la producción, ya que, al duplicar los rendimientos, el costo unitario cae a la mitad y la rentabilidad se duplica. Si a esto se le agrega un sistema de cultivo más eficiente, que usa menos recursos para obtener más kilos de fruta por hectárea, la rentabilidad crece aún más.
En cuanto a la mecanización, que no sólo permite reducir los costos de horas/hombre, sino también resolver las dificultades que el sector agrícola enfrenta para conseguir mano de obra indicó que, con estos sistemas, se puede implementar de manera total en almendros y ciruela industria, y de forma parcial en nogales y pistachos. Y si bien en duraznero no es posible mecanizar la cosecha, sí se puede reducir sensiblemente la mano de obra con cultivos peatonales, sin uso de escaleras, riego tecnificado y simplificación de las labores.
El especialista consideró que hay seis frutales con buen potencial en Mendoza. En orden decreciente: durazno industria, ciruela industria, durazno en fresco, almendros, nogales y pistachos. Sumó que el primero es, con una gran diferencia, el cultivo que tiene mayores posibilidades inmediatas de desarrollo rentable y sustentable. Por otra parte, es el primero con el que se hizo una transformación aplicando innovación y, en cinco años, se produjo un cambio muy significativo.
Durazno industria
El que mejores perspectivas a futuro ofrece, ya que las producciones están cayendo tanto en el país como en el mundo, por el envejecimiento de los montes y las tasas de renovación negativas. En Mendoza, había 6.800 hectáreas en 2017, mientas ahora alcanzan apenas las 3.300. Sin embargo, la demanda se mantiene y eso hace que los precios suban.
En plantaciones productivas y eficientes, el costo de producir un kilo de durazno no supera el 20% del valor de venta. Por lo tanto, la rentabilidad agrícola es muy alta. Pese a esto, la tasa de replante es baja: los únicos que plantan son los industriales (no los productores primarios). Este año, precisa Boulet, el 60% de la superficie estará en manos de la industria, con nuevas plantaciones donde se aplica tecnología y aumenta la productividad.
Esto es una muy buena noticia para productores e industriales. Los primeros tendrán demanda sostenida por su producción, ya que la industria nunca alcanzará el auto abastecimiento y deberá comprar fruta cada vez más cara por reducción de oferta. Mientras que los industriales contarán con una gran parte de su materia prima producida a muy bajo costo, lo que esto les permitirá ser muy competitivos en los mercados interno y externo. Podrán comprar fruta de precio alto, porque compensarán con el muy bajo costo de la autoproducida.
El director de Innova Fruit consideró que Argentina tendrá cada vez más importancia en el mundo como productor de durazno industrializado. Y añadió que la innovación tuvo un papel preponderante en este cambio.
Ciruela industria
La situación con este cultivo es muy diferente: hay 10.000 hectáreas con muy baja productividad, nada de innovación y muy poca tecnología. El único camino posible es incrementar fuertemente la productividad. Por lo menos, precisó, se necesita duplicarla para empezar a ser competitivo.
Los problemas climáticos, bajos precios, dificultades para exportar y decrepitud de los montes han llevado a una situación límite, en la que miles de hectáreas saldrán del sector. Solo podrán sobrevivir quienes incorporen tecnología de cultivo e incrementen la productividad. Aunque el panorama sea complejo, destacó que la innovación ya está aportando cambios: hay 55 hectáreas de cultivos súper intensivos, precoces, muy productivos y con muy bajo costo de producción.
Durazno en fresco
El crecimiento de este cultivo está limitado por la falta de exportación, ya que la fruta se destina a un mercado interno empobrecido, que cada vez consume menos. El futuro está, planteó, en hacer cultivos precoces, productivos y con nueva genética varietal. Es que, ahora, se cultivan variedades muy viejas, obsoletas, que han sido superadas en el mundo.

Almendros
La almendra es un producto con una demanda mundial sostenida, lo que significa que es una muy buena alternativa para Mendoza. Los nuevos cultivos en seto, con mecanización total, aparecen como la mejor alternativa. Con los renovados sistemas de cultivo se obtiene una gran precocidad y productividad.
Nogales
Si bien se han implantado muchas hectáreas en los últimos años, este cultivo tiene dos problemas: la caída del precio internacional por efecto de China y la falta de precocidad del cultivo, que hace que el repago de la inversión se demore y se lo cuestione como alternativa de reconversión. Como ventajas, se puede mencionar el bajo costo del cultivo, la baja incidencia del riesgo climático y los altos niveles de mecanización.
Pistachos
Es un producto de demanda mundial creciente, con muy buenos retornos. El problema es que en el cultivo hay cero innovaciones. Se cultiva como hace cuarenta años, con muy baja precocidad y muy lenta entrada en producción. Esto lleva a que, cuando se analiza un proyecto de inversión, los indicadores son negativos, es decir no resulta viable.
Para que este cultivo tenga algún futuro, destacó el especialista, se debe cambiar totalmente la manera de implantar y conducir el monte frutal. Es el gran desafío de innovación y cambio que enfrenta la fruticultura.
Economías regionales
Boulet manifestó que, si bien en Argentina siempre existió una mirada muy centralista de la agricultura, con el foco puesto en la Pampa Húmeda, los mayores problemas de las economías regionales no se vinculan con esto, sino en los vaivenes de la macroeconomía del país.
Esto generalmente complica la competitividad de estas economías, pero sobre todo le resta previsibilidad, que es lo más importante cuando se analizan inversiones de largo plazo como las frutícolas. Con una macroeconomía estable y ordenada, la competitividad se logra con innovación y aplicación de nuevas tecnologías, que ya están disponibles aquí. “Si tenemos ambas cosas, Mendoza tiene grandes posibilidades de recuperar un sector frutícola otrora pujante y productivo”, aseveró.
Fruticultura: cuál es el camino para lograr una producción rentable
Alain Boulet, director del programa Innova Fruit, que desarrolla la Asociación para la Innovación Agrícola, analiza de qué manera esta actividad puede ganar en precocidad y productividad, y reducir los costos.
Aunque en los últimos años, la superficie cultivada con frutales viene cayendo en la provincia, porque para la mayor parte de los productores no es rentable, la Asociación para la Innovación Agrícola, a través de Innova Fruit, ha logrado potenciar el desarrollo de las producciones de frutales de carozo, a partir de un paquete tecnológico especialmente diseñado para la industria.
Alain Boulet, director del programa, resalta que, en la última década, se han producido grandes cambios en la fruticultura de Mendoza y que la aplicación de nuevas tecnologías de cultivo y variedades, como también de la mecanización, modificaron la manera de cultivar frutales. Con estos ajustes, se logró aumentar la productividad y la precocidad de los cultivos, lo que dio como resultado una muy fuerte baja de costos de producción unitarios, aumentos de la rentabilidad y sustentabilidad de las explotaciones frutícolas.
En durazneros, los nuevos sistemas de cultivo, con cambios que se implementan desde la pre-plantación hasta la cosecha, sumado a nueva genética varietal, llevaron a duplicar los rendimientos por hectárea, reduciendo un 50% los costos de mano de obra. Esto aumentó la rentabilidad en un 200% para el productor.
En almendros y ciruelos industria, los sistemas súper intensivos, con mecanización total -lo que permite que una persona puede manejar 100 hectáreas-, aumentaron la precocidad y la productividad, y eliminaron el problema creciente de la necesidad de mano de obra.
Cuáles son las claves para que un cultivo de frutales sea sustentable
El director del programa Innova Fruit, Alain Boulet, detalla qué acciones pueden implementar los productores para ganar rentabilidad y poder sostenerse en la actividad.
Boulet plantea que, como el productor no puede manejar el precio, para que la actividad sea más rentable, tiene que enfocarse en los costos. Si reduce el costo unitario, aumenta el margen bruto y, por consiguiente, la rentabilidad. Y precisa que la mejor manera de lograr esa reducción es subir la producción, ya que, al duplicar los rendimientos, el costo unitario cae a la mitad y la rentabilidad se duplica. Si a esto se le agrega un sistema de cultivo más eficiente, que usa menos recursos para obtener más kilos de fruta por hectárea, la rentabilidad crece aún más.
La mecanización no sólo permite reducir los costos de horas/hombre, sino también resolver las dificultades cada vez mayores del sector agrícola para conseguir mano de obra. Con estos nuevos sistemas se puede implementar de manera total en almendros y ciruela industria, y de forma parcial en nogales y pistachos. Y si bien en duraznero no es posible mecanizar la cosecha, sí se puede reducir la mano de obra con cultivos peatonales, sin uso de escaleras, riego tecnificado y simplificación de las labores.
Para incrementar el rendimiento, es decir, la cantidad de kilos que se obtiene por hectárea cultivada, la clave es lograr un cultivo que crezca mucho en el año 1. A partir de ese gran crecimiento, se obtienen las producciones en el año 2 y año 3, aumentando fuertemente la precocidad, con el consiguiente pronto repago de la inversión. Para esto se trabaja en preparación de suelo, vivero de plantas, plantación, riego y nutrición, que son las bases del sistema.
El durazno industria es el cultivo con mejor potencial en Mendoza
La producción de esta fruta no sólo decae en la provincia, sino en el mundo, lo que hace que la demanda local y global supere a la oferta y se eleven los precios.
Alain Boulet, director de Innova Fruit, un programa que desarrolla la Asociación para la Innovación Agrícola, señala que hay seis frutales con buen potencial en Mendoza. En orden decreciente: durazno industria, ciruela industria, durazno en fresco, almendros, nogales y pistachos. Resaltó que el primero es, con una gran diferencia, el cultivo que tiene mayores posibilidades inmediatas de desarrollo rentable y sustentable.
Las producciones de durazno industria están cayendo tanto en el país como en el mundo, por el envejecimiento de los montes y las tasas de renovación negativas. En Mendoza, había 6.800 hectáreas en 2017 y ahora, apenas 3.300. Sin embargo, la demanda se mantiene y eso hace que los precios suban.
En plantaciones productivas y eficientes, el costo de producir un kilo de durazno no supera el 20% del valor de venta. Por lo tanto, la rentabilidad agrícola es muy alta. Pese a esto, los únicos que plantan son los industriales (no los productores primarios). Este año, el 60% de la superficie estará en manos de la industria, con nuevas plantaciones donde se aplica tecnología y aumenta la productividad.
Esto implica que los productores tendrán demanda sostenida por su producción, ya que la industria no alcanza el auto abastecimiento y debe comprar fruta cada vez más cara, por reducción de oferta. Y los industriales contarán con una gran parte de su materia prima producida a muy bajo costo, lo que esto les permitirá ser muy competitivos en los mercados interno y externo, y comprar fruta de precio alto, porque compensarán con el muy bajo costo de la autoproducida.