Jubilados: cuánto perdieron y cuánto aumentó su canasta
Los adultos mayores son los grandes pagadores del ajuste y el poder de compra de sus haberes cayó mucho más que el resto de los salarios. Las consecuencias.
Son pocos los que discuten que uno de los grandes perdedores en la actualidad son los jubilados. En medio de un ajuste feroz, este segmento de la población ha perdido ingresos en función de la nueva movilidad jubilatoria por decreto. También tuvieron pérdidas diversas por las modificaciones en la entrega de medicamentos del PAMI, la baja en los descuentos y por la inflación que va más allá del aumento de bienes y servicios. Según un análisis del Centro de Economía y Política Argentina (CEPA), en 2024 las jubilaciones explicaron el 19,2% del recorte total realizado al sector público nacional.
Este análisis también explicó que el bono compensatorio que recibe el 70% de los jubilados –que son los que cobran la mínima- quedó congelado en $70.000 desde enero del 2024 con la pérdida de poder de compra que ello implica. Así, al tiempo que los haberes se incrementaron entre marzo de 2024 y junio de 2025 126,7%, la mínima lo hizo un 83,3%. “De haberse actualizado en la misma proporción, el bono debería haber sido en junio de este año de $158.658, es decir, más del doble de lo actual”, definió el análisis de CEPA.
La nueva fórmula de movilidad jubilatoria otorgada por decreto ya no se ajusta por inflación sino que está supeditada a ajustes discrecionales. En función de los últimos vetos presidenciales, según el equilibrio de las cuentas fiscales. En este marco, el análisis de CEPA contrasta de cuánto hubieran sido los aumentos según el cálculo de la fórmula anterior y de la actual. En cada caso, de la manera “antigua”, las jubilaciones –que siempre estuvieron por debajo de todos los precios de la economía- se hubieran actualizado al menos por encima de lo que efectivamente lo hicieron.
“La fórmula anterior hubiera sido superadora para los haberes jubilatorios y se la eliminó antes de que se produjeran las mejoras”, subrayó el análisis de CEPA. Agregó que en junio de 2025, con el aumento de 2,8% (IPC de abril 2025) la jubilación mínima (sin bono) se ubicará en $304.726, mientras que de haber continuado la fórmula anterior estaría en $403.302 (32,3% por encima).
De cuánto fue la canasta
En Mendoza, la consultora Evaluecon releva la Canasta Básica Total (CBT) de los jubilados así como calcula el ingreso mínimo digno para un adulto mayor de 65 años. Este análisis se realiza en función de la forma en que un jubilado distribuye sus ingresos a partir de sus necesidades y de un patrón de consumo que es diferente al de otros segmentos poblacionales. Eso no significa que sea lo “mínimo e indispensable” que necesiten para vivir en condiciones dignas. Así la CBT-EVALUECON “JUBILADOS” fue para mayo de 2025 de $875.000 para un jubilado y de $1.750.000 para una pareja.
Estos datos no incluyen el ítem alquiler con el fin de equiparar la CBT con otras que no lo consideran. Si así fuera, habría que pensar en un gasto básico de $2.000.000 para dos personas jubiladas. En la actualidad, la jubilación mínima oficial es de $296.481, por lo que dos cónyuges retirados tendrían un ingreso familiar de $592.963. Ahora bien, cuando en el hogar se suman los ingresos de las pensiones con los de algún otro miembro que trabaje, la situación económica mejora bastante. En términos cuantitativos, el consumo de las personas mayores ha crecido tanto en valores absolutos como relativos.
En líneas generales, se destina 49% de los ingresos a la compra de alimentos, el 32% a medicamentos y el 19% a servicios básicos. Si un jubilado solo gana el mínimo de $296.481 repartiría su ingreso de la siguiente manera: $145.276 para alimentos, $94.874 a medicamentos y $56.331,75 a servicios básicos Si fueran dos cónyuges los jubilados el ingreso familiar sería de $592.963,50 y destinarían: $290.552 a alimentos, $189.748 a medicamentos y $112.663 servicios básicos (en este caso pueden disminuir este ítem y aumentar el resto).
Cambios de hábitos
José Vargas, economista de la consultora Evaluecon y director de la encuesta de gastos mencionada, expresó que las personas mayores de Mendoza padecen desde hace años las consecuencias nefastas de bajas jubilaciones y malas prestaciones asistenciales. A esto se suma el permanente incremento de los precios de los productos y servicios que ellos más consumen (medicamentos, alimentos especiales). Por este motivo es que realizan un estudio observacional descriptivo de corte transversal a través de un muestreo estratificado aleatorio con fijación proporcional al tamaño del estrato poblacional (edad y sexo) de cada municipio de la provincia.
En las últimas décadas, el envejecimiento de la población o el incremento en la esperanza de vida ha impactado en el gasto público y en el privado con el fin de satisfacer la demanda de las personas mayores. Por tanto, el conocimiento de cómo irán evolucionando esas demandas tiene una notable importancia económica y social. En este marco, el trabajo realizado por Evaluecon destaca que desde la jubilación y hasta los setenta años, las personas no presentan grandes diferencias de necesidades con el resto de los adultos. Son los llamados “prejubilados” comprendidos entre los cincuenta y los sesenta y cuatro años.
No obstante, a medida que avanzan los años, es más notable el deterioro en la salud y otras habilidades funcionales. Esto implica que quienes tienen más de 80 años, comiencen a tener otras necesidades que se relacionan con los requerimientos lógicos de la edad y con las dependencias que causa la vejez. Entre otras, la consultora Evaluecon ha relevado las siguientes necesidades: Superar la soledad en medio de la la disminución de ingresos y solucionar las actividades diarias.
Los mayores también suelen poseer una mayor cantidad de demanda de profesionales de la salud y de infraestructuras que requiere la prevención gerontológica. En este marco, también es cada vez más importante la presencia de cuidadores, equipamiento doméstico específico o de infraestructuras domiciliarias que facilite su autonomía personal y la relación con los demás. Por otra parte, en lo posible también precisan de alimentos “especiales” (bajo sodio, sin sal, magra, sin lactosa, descremada, salvado, edulcorante, etc.) así como una mayor demanda de medicamentos “preventivos” y “curativos”.