Qué desafíos enfrenta el cultivo de la papa en Mendoza

La provincia es la quinta productora del país, pero la hortaliza tiene, en general, baja rentabilidad. Las estrategias que podrían modificar este panorama. 

En mayo, la papa celebró su día internacional. Se trata del único cultivo que tiene su propio festejo. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estableció que cumple con todos los requisitos para contribuir a la seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad. Sin embargo, su producción en Mendoza enfrenta ciertos desafíos.

En Argentina hay unas 85 mil hectáreas cultivadas con papa. Entre el 50 y 55% de ese total se produce en el sudeste de Buenos Aires. Otro 30% se cultiva en Córdoba y San Luis y un 9% en Tucumán. En Mendoza, quinta provincia productora del país, varía entre el 6 y el 7% según los años.

La producción mendocina se concentra en el Valle de Uco. El ingeniero agrónomo Federico Fuligna, del INTA, detalla que, en términos generales, en Tupungato -principalmente, en el distrito La Carrera- se cultiva papa para consumo. En cambio, en San Carlos, la mayor parte de la superficie está cultivada con variedades para industria (con el impulso de Simplot). Pero también hay hectáreas en los oasis Este y Norte.

Sumó que hay tres eslabones vinculados a este cultivo: la papa semilla, la que se destina al consumo y la que se produce para la industria. La variedad tradicional para consumo es la Spunta, por su estabilidad, y ha ido ganando terreno otra nueva, de mayor calidad, que es la Sagita. Para industria, las más utilizadas son Innovator, Russet Burbank y Asterix.

Desafíos 

Claudio Galmarini, director regional del INTA para Mendoza y San Juan, y especialista en genética y mejoramiento hortícola, detalló que en el país hay unas 300 mil hectáreas cultivadas con hortalizas y que, de ese total, unas 85 mil corresponden a papa. El 90% se destina a consumo interno y solo el 10% se exporta (ajo, cebolla y papa).

El gran desafío para la producción es incrementar la rentabilidad, planteó. En línea con esto, consideró fundamental aumentar el consumo de hortalizas, que, en Argentina, pese a los beneficios que tiene para la salud, se encuentra estancado e, incluso, en descenso. Por otra parte, se consume una variedad muy acotada: sobre todo, papa, cebolla, zanahoria, lechuga, tomate y zapallo; cuando existen más de 70 especies hortícolas.

Otro de los caminos, indicó, es que se empiece a trabajar en el reconocimiento de las variedades -como sucedió con el vino- y el agregado de valor. Galmarini señaló que la mayoría va a la verdulería y lleva el producto que hay disponible, pero subrayó que, dentro de cada especie, hay diferentes variedades, con diversas concentraciones de componentes que pueden contribuir a la salud.

Con este objetivo, de diversificar el sistema productivo, el INTA viene desarrollando un programa de mejoramiento de papas andinas, que apuntó a traer estos tubérculos -los ancestros de las papas que consume la mayor parte de la población argentina- de Salta y Jujuy, y adaptarlos a Mendoza. 

Carlos Marfil, el biólogo molecular que está a cargo del proyecto, detalló que el objetivo era ofrecer nuevos alimentos, más sabrosos y nutritivos, ya que las papas de colores cuentan con antioxidantes similares a los del vino. Pero para eso, había que realizar cruzamientos para generar variedades que se adaptaran a las condiciones de Mendoza. En particular, la mayor longitud de los días. Se realizaron pruebas con productores en La Carrera (Tupungato), Uspallata (Las Heras) y Mayor Drummond (Luján) y se obtuvieron varias que no sólo se adaptaron y generaron tubérculo, sino que alcanzaron buenos rendimientos, y están por registrar dos de ellas. 

Papa industria

La llegada de la fábrica Simplot, de papa prefrita en bastón congelada, a la provincia significó un impulso para el cultivo de las variedades para industria. La empresa se instaló en Mendoza en 2018 y empezó a producir en 2019. Eligieron este lugar porque se puede obtener materia prima con mayor proporción de sólidos. Es que la papa contiene un 80% de agua y uno o dos puntos porcentuales menos pueden hacer una diferencia en la eficiencia logística y ambiental (se transporta ese líquido).

Unos cinco años antes de instalarse, habían iniciado el cultivo de papa semilla en Pareditas (San Carlos), para poder abastecer la planta. En un primer momento, el 80% de la papa se traía de Buenos Aires y sólo el 20% era de producción local. Sin embargo, ese porcentaje ya ha alcanzado el 40%, por contar con 1.500 hectáreas en el Valle de Uco y otras 400 en la zona Este; una parte propias y otra de terceros que les abastecen.

La empresa se ha fijado como meta alcanzar las 4.500 hectáreas en Mendoza, con el rendimiento de 80 toneladas por hectárea que están alcanzando algunos años, con lo que no necesitarían traer materia prima de Buenos Aires. “Una vez al año está la oportunidad de que los productores conozcan el cultivo”, señalaron.

Papa semilla 

En Malargüe se produce papa semilla. Guillermo Aguado explica que para cultivar papas se debe plantar un pedacito de una (un ojo), pero que es fundamental que esté libre de toda enfermedad, porque es muy susceptible a los virus, que van disminuyendo los rindes. Por eso, es importante asegurar la sanidad del material del que se parte. 

Su padre y su tío comenzaron con el cultivo en el sur provincial, para dejar de depender de la importación, y optaron por hacerlo en Malargüe porque tiene las condiciones agroecológicas adecuadas para la producción de semillas. 

Detalló que se parte de una plantación in vitro con un gel y que esas plantas se pasan a un sistema hidropónico, donde se hacen crecer con condiciones controladas de iluminación, humedad y temperatura. Luego, se colocan en bandejas y se llevan a un invernadero. Cuando alcanzan una cierta altura, dan unas papitas y los brotes se siembran en el suelo, para obtener la papa semilla que se vende al productor; en un proceso que toma unos cuatro años. 

Sin embargo, Aguado señaló que este año ha sido de pérdida para los productores, porque sembrar una hectárea de papa cuesta unos US$ 8 mil, pero están obteniendo entre US$ 4 mil y 5 mil por la venta, ya que ha habido un exceso de producción. Y eso hace que baje no sólo el precio de la papa para consumo, sino también de la semilla. “Tenemos muy buenos materiales, pero costos altos”, planteó.