El aceite de oliva crece en todos los mercados
El consumo interno de este noble producto mejora año tras año al igual que las cantidades y valores exportados. Qué espera el sector, cómo están los precios y cuál es la amenaza.
El aceite de oliva es mucho más que una moda y desde hace tiempo se ha instalado en Mendoza y el mundo como un producto saludable que, pese a la disminución de hectáreas cultivas en pos de barrios privados, el producto se revaloriza cada vez más. Los motivos son variados, pero en general el principal es económico debido al alza en el precio internacional de este producto que en la provincia se exporta en un alto porcentaje. Debido a que es un comoditie, el valor del aceite varía año tras año y si bien ahora no está en su punto récord, sí posee precios convenientes en comparación con los históricos. Aunque la actividad se ha posicionado en los últimos años, lo cierto es que la cantidad de olivos implantados ha disminuido de manera drástica producto del abandono de fincas en los que el contexto macro y la falta de políticas acordes han influenciado.
En el plano global son España y Portugal los países que marcan el compás del valor internacional y dado que venían con cosechas magras por problemas climáticos el valor se había disparado. En Mendoza, la cosecha de aceitunas para conserva comienza a principios de marzo y la de aceite a fines de ese mes con el fuerte en abril. Así, aunque parece prematuro hablar de precios y cosecha, hay que tener en cuenta que Argentina está a contraestación de los gigantes europeos. De manera aproximada, la tonelada rondará los 6.500 dólares. Nada mal si se lo compara con los 3.500 dólares estables hasta hace unos años, pero a mitad de camino de los 9.500 a los que trepó en 2023. En Mendoza, la mayor parte del aceite se exporta a granel aunque su consumo en el mercado interno crece año tras año.
Con relación a la cosecha, se espera que sea normal pese a que todavía podrían venir algunas tormentas que afecten la producción. “Como todos los años desde que tengo uso de razón (y llevo 30 años haciendo aceite de oliva), nunca una campaña es igual a la otra, pero todas tienen en común la incertidumbre”, comentó Gabriel Guardia, olimaker de Corazón de Lunlunta. Según el último censo del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), Mendoza cuenta con una superficie de unas 17.5000 hectáreas implantadas con olivo que representan aproximadamente el 20% de la superficie cultivada a nivel nacional.
Crecimiento y algunas dudas
“No hay estadísticas de esto, pero los que trabajamos en el tema nos damos cuenta de que la demanda aumenta”, observó Gabriel Guardia, también referente de La Guardería, un proyecto que busca proteger, replantar y reparar olivos. Desde hace un par de años, el aceite mendocino tiene un punto a favor y es la creación de la Indicación Geográfica para los productos elaborados con mayor parte Arauca, la variedad insignia de la provincia. Así, en 2022 Mendoza logró la primera Indicación Geográfica de Aceite de Oliva por fuera de la Unión Europea y es la única en América. Este sello distingue a los Aceites de Oliva Virgen Extra (AOVE) por su calidad e innumerables beneficios para la salud.
El consumo creciente en el mercado interno va de la mano con un aumento en las exportaciones. Mario Bustos Carra, presidente de la Asociación Olivícola Mendoza (Asocamen), precisó que el 80% del aceite de oliva que se elabora en la provincia se exporta a Estados Unidos, España y Brasil principalmente mientras que el 70% de las conservas también se venden afuera. “Es un sector generador de divisas”, subrayó Bustos Carra. Desde la Fundación ProMendoza, en tanto, informaron que las exportaciones mendocinas de aceite de oliva tuvieron un aumento del 46% en valor FOB y en cantidad del litros en comparación con el año pasado.
El referente de Corazón de Lunlunta observó que más allá del precio internacional, está bueno que haya aumentado mucho el consumo del aceite de oliva. “Se han abierto muchos mercados que no existían dentro de la Argentina y calculo y se debe haber quintuplicado del consumo”, calculó Guardia quien agregó que esta tendencia seguirá en alza. Desde su punto de vista, una amenaza actual tiene que ver con la apertura de las importaciones ya que el aceite de oliva es un producto protegido en el sentido de que los productos foráneos deben pagar un arancel del 35%. Esto se debe a que los aceites españoles y portugueses están ultrasubsidiados por el Estado por lo que sea como sea la cosecha, siempre tienen un precio competitivo en comparación con otros.
Si esto sucede, un problema posible es que la góndola se llene con aceites mucho más baratos, pero de calidad menor; algo que la mayoría de los consumidores no saben discernir. Hay que tener en cuenta que el aceite más saludable es el Virgen Extra y de allí en más pierden beneficios y salubridad. “Si se cae esa barrera va a entrar aceite de calidad de dudosa y ese es el temor con liberación de mercados”, puntualizó Guardia. Agregó que “acá no podemos bajar los precios porque los costos internos son altísimos”. Y esta es la segunda dificultad que enfrenta el sector debido a los altos costos que atentan contra la competitividad.
En este sentido, Bustos Carra expresó que si bien apoyan las medidas tomadas por el Gobierno nacional, desean más comprensión con relación a los impuestos y los costos. Así, para el referente la eliminación de regulaciones favorece al sector exportador así como menores restricciones a la importación de insumos. Sin embargo, todavía no se ven medidas para aliviar la presión tributaria o los costos del trabajo. Del mismo modo, el retraso en el tipo de cambio –con actualizaciones por debajo de la inflación- puede implicar en el corto plazo una dificultad para las exportaciones. “Las pymes hemos pagado el ajuste y esperamos que pronto se equiparen las condiciones para salir a competir de igual a igual”, comentó Bustos Carra.