Qué consecuencias puede tener la reducción de retenciones en la cuestión fiscal
El Gobierno nacional decidió bajar el porcentaje de los derechos de exportación para los principales productos del campo, como soja, maíz y trigo. Qué podría suceder en Mendoza.
El Gobierno nacional anunció, a fines de enero, la eliminación de las retenciones para las economías regionales que todavía pagaban derechos de exportación y la reducción de los porcentajes para los cultivos de soja, maíz, trigo, cebada, sorgo y girasol, hasta junio de este año. El ministro de Economía, Luis Caputo, explicó que la medida intenta atemperar el impacto de la sequía en el sector productivo y también responde a la baja de los precios internacionales.
La decisión fue celebrada por la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias y en un comunicado planteó que hacía meses venían advirtiendo sobre “la grave crisis que atraviesa el sector, como consecuencia de una combinación de factores internos y externos”, y que habían solicitado públicamente un alivio fiscal.
Sin embargo, también insistió en que “las retenciones son un tributo regresivo y perjudicial que debe ser eliminado de manera definitiva” y que el impuesto “ha sido históricamente un freno para el desarrollo del sector productivo”, por lo que consideran que la eliminación no debe ser una medida transitoria, sino “un cambio estructural, que garantice las condiciones para fomentar la inversión y el desarrollo genuino”.
Un informe del Ieral, de la Fundación Mediterránea, detalla que las reducciones fueron del 33% al 26% para el poroto de soja, del 31% al 24,5% para el aceite y la harina de soja, del 7% al 5,5% para el girasol y del 12% al 9,5% para los cereales (maíz, trigo, sorgo y cebada). Además, se eliminó de modo permanente del impuesto que gravaba a los productos de las economías regionales (maní, azúcar, arroz, bebidas, algodón, cuero bovino, forestoindustria, etc.).
El autor del análisis, Franco Artusso, señala que, en principio, la baja sería temporal y estaría vigente hasta el mes de junio, pero indica que “luce poco probable que se retrotraiga la acción a mediados de año teniendo en cuenta las elecciones legislativas en el mes de octubre”.
El economista Nicolás Aroma, director del Centro de Economía y Finanzas (CEFI), indicó que el sector agroexportador empezó a reclamar, y lo hizo con dureza en las semanas previas al anuncio, que el tipo de cambio está atrasado y que no iban a liquidar a ese valor. “Y el Gobierno necesita los dólares”, indicó.
Precisó que el mecanismo para obtener dólares genuinos en Argentina es la exportación, en particular del campo, y que, sin ese ingreso, el Ejecutivo se quedaría sin el principal elemento que está utilizando como ancla inflacionaria, que es sostener el tipo de cambio. Y si bien resaltó que el Gobierno niega que exista un atraso cambiario, tuvo que buscar una vía alternativa para mejorar las condiciones y optó por reducir las retenciones.
“Es una especie de tipo de cambio diferencial para este sector. ¿Por qué? Porque si no, no le van a liquidar los dólares y el Gobierno ya está teniendo problemas de acumulación de reservas. Ese es el lente de la coyuntura política con el que hay que leer la medida”, expresó.
Aroma sumó que otro dato significativo es que, con esto, el Ejecutivo resigna un recurso importante, porque las retenciones a las exportaciones han sido uno de los principales ingresos con los que ha contado la Nación. Resaltó que, en 2024, fueron el principal recurso, que le permitió acceder al superávit fiscal. Se calcula, precisó, que estaría dejando de percibir unos US$ 800 millones.
La Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias -integrada por la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), la CRA (Confederaciones Rurales Argentinas), la Federación Agraria Argentina, y la Sociedad Rural Argentina- indicó que, desde el 2002, los productores agropecuarios han aportado más de US$ 200 mil millones en retenciones.
“El Gobierno resigna la idea fiscalista por una cuestión cambiaria, por los dólares, lo cual es más pragmático que lo que después dice, porque es lógico. Sabe que tiene que sostener el tipo de cambio para sostener la inflación”, analizó el economista.
Por otra parte, Aroma explicó que hay que asumir también que hay un contexto internacional complejo, porque el dólar fuerte ha hecho caer de manera sustancial el precio de los commodities, el precio de los granos que Argentina exporta. Por eso, habló de un “doble golpe”: el tipo de cambio atrasado y la caída del valor de los bienes exportables.
Impacto en Mendoza
En cuanto al impacto que puede tener en la economía mendocina, se debe recordar que las retenciones al vino, el principal producto de exportación de la provincia, se eliminaron en septiembre de 2023, junto con las de otras economías regionales.
De ahí que Aroma considere que la medida implementada a fines de enero de este año puede llegar a tener un efecto indirecto, pero no directo, porque en Mendoza no se cultivan los productos alcanzados por esta reciente reducción temporaria de los derechos de exportación.
Pese a eso, advirtió que este modelo económico no es favorable para la provincia, porque sostiene la desinflación con un tipo de cambio atrasado y Mendoza tiene productos que necesitan ser competitivos en el mercado externo, donde compite con países como Brasil y Chile.
“Es complejo el panorama. El tipo de cambio real multilateral, cuando lo comparás con el de estos países, está muy abajo. Además, Brasil y Chile han devaluado sus monedas por el contexto internacional”, indicó. “Me parece que hay que seguir de cerca la situación, porque este modelo de tipo de cambio bien atrasado para sostener la inflación le puede producir un daño complicado a la provincia”, lanzó.